La humanidad en general tuvo una
dependencia de navegación y exploración basada en la polaridad magnética, de un
aparato que marcaba el norte, fuimos y venimos no pocas veces, encontramos
nuevos lugares y vimos diferentes realidades… gracias a trazar este rumbo.
Yo
siempre fui un tipo de oscilaciones poco significativas, generalmente con
alguna meta (pequeña pero alcanzable) tratando de estar enfocado y sin
sobresaltos, recuerdo alguna canción de Bob Marley (Satisfy my soul), a lo mejor porque los tipos cobardes le tenemos
miedo a lo inesperado, a los retos que nos muestren que la vida tiene dos polos
y que el norte no siempre es el camino.
Una
mañana de estas desperté soñando con tu carita pálida (sin maquillaje), de
nariz pequeñita. De ojos bien definidos, me levanté exaltado y encontré que a
pesar de ser un tipo disfrazado de valentía ocasionalmente, la vida me llevaba
de la mano a dar unos giros inesperados, giros prolongados… donde no soy
experto, donde todo está por descubrirse.
Descubrir
una mañana de café, frente a tu carita, una sonrisa que brilla más que el sol.
Lo veo adentro de mí, lo imagino… lo sueño. Ahora ya sabrás que todo lo sueño
con los ojos abiertos, no lo puedo evitar. A las 4am las ideas son un poco más
claras que a las 11pm, claramente que mi brújula ya no apunta al norte… en
realidad apunta al lugar opuesto, apunta 800 kms. al sur.
La
vida es una bifurcación, hola y adiós, bienvenida y adelante. Es momento de
dejar de ver la brújula y que el corazón te lleve. ¡Aguanta querido corazón!
Vamos hacia el sur… vamos a escuchar aquel
acento dulce.