Yo le debo a Costa
Rica, el regresar… el regresar a un punto de mi vida donde la felicidad no
estaba apocada por el día a día, por las preocupaciones de estos tiempos,
algunas veces inventadas por la misma mente.
A Costa Rica le debo
momentos de paz, amor, frió y calor. Le debo momentos intensos de amor propio y amor por la tierra. De
manitas blancas; de cenas que jamás terminan, de lluvia e ilusión.
Aquel país al extremo
de Centroamérica, donde jamás conocí a nadie que no fuera amable, donde pintan
una sonrisa al verte, donde a pesar de la distancia somos muy parecidos.
A Costa rica le debo
regresar con una sonrisa interna, y la ilusión de regresar lo más pronto
posible, de perderme en la música estridente de aquel carro veloz, de regresar
al medio de la montaña. De regresar a mí, a lo que siempre sos a lo que jamás
dejaste de ser, solamente por un lapso de tiempo ciego.
De helados ricos, de pescados que jamas volveré a probar, de pasta, de comida sana y de amor... amor intenso.
¡Gracias Costa Rica!
No comments:
Post a Comment