Las tardes en San José en general llueve, no sé
si es por mala suerte o soy yo quien lleva la lluvia, pero cada vez que estoy
en la ciudad: llueve.
Los ticos en general son amables, con un
sentido del servicio y amabilidad que te abraza, que uno se siente bien, dan
ganas de comprar (a pesar de los precios), dan ganas de conversar y de escuchar
eso de “con mucho gusto”.
El punto al que quiero llegar es que además de
amables parecen ser felices, dicha apariencia me choca, porque en la ciudad
donde vivo, nadie luce feliz… al menos no de entrada, pasamos horas en el tráfico,
pasamos polarizados por la política del país, la económica en franca caída libre,
y que los ticos sean abiertamente felices me choca, no lo puedo evitar.
Esa tarde llovía, -claro, estaba yo en la
ciudad y no podía ser de otra forma- desde la ventana del hotel veía aquella
piscina casi solitaria, uno que otro gringo con panzas voluminosas (con quienes
compito de forma significativa) metidos en la piscina.
La ansiedad es parte de mi personalidad,
tenemos una relación simbiótica, yo vivo de ella o ella de mí, no podría decirlo
a ciencia cierta, y esa tarde yo era 90% ansiedad, iba al cine… iría a ver una película
tica: Güilas, traducido al chapín creo que significa algo así como patojos.
Llegue de tu mano, llegue pensándome el tipo más
afortunado de Centroamérica, un tipo afortunado.
Empezó la película, y está basada en
siete historias felices, sin rastros de historias de guerra o de guerrilla (así
deben de ser las películas de mi país, salvo honrosas excepciones).
El director es Sergio Pucci un tico (presumiblemente feliz) hizo una película
de la alegría, del pasado, de los patojos que todos fuimos, nos retrata… todos
fuimos esos patojos que salieron corriendo después de una fechoría, que ayudamos
a la casa en asuntos importantes, que nos metimos a la casa del vecino a tratar de recuperar el juguete
olvidado. Somos en este sentido ticos y chapines muy parecidos de patojos, nos
importan muy poco las cosas que después parecen importantes. Sergio hizo una película
donde la gente se carcajeaba del club sport Cartaginés, hizo una película donde la
gente disfrutaba a los fugados en la feria del pueblo, y donde la gente reía
del niño que memorizaba y vendía granizadas. Trazos de alegría redonda,
expresada en la carita de los actores, de una fotografía nítida y que te llena el corazón.
Yo me identifique con uno de los personajes, es
un patojo que lo mandan a comprar huevos, corre y corre… ve pasar en un auto de
gama alta, y ve a una nena rubia… preciosa, y desprotegido de prejuicios el patojo
de ropa humilde, sudado y despeinado; asume que si acelera el paso podrá ver a
la rubia en un punto de la ciudad: yo soy así… las cosas difíciles a pesar de
serlo, siempre sueño con ellas. En un punto de su corrida se cae y logra no
romper los huevos (que asumo si los rompe se meterá en serios problemas), llega
a la tienda donde está la rubia, lleva una flor en la mano y se la va a
entregar, sin embargo a la rubia no le hace mucha gracia el regalo, y de
pronto: aparece la hermana y el flechazo fue instantáneo, fue puro, fue dramático
y digo dramático porque ella le sonríe a él, y el nene en la intensidad del
momento deja caer la bolsa de los huevos. No importa habrá entregado la flor y
quien sabe la historia a continuación. No era la primera vez que lo iban a
castigar o regañar, pero la flor en la mano de la rubia y ella sonriendo para
él lo vale todo.
Entendí que la parte del ADN de los ticos y de
los chapines se distancia a medida nos hacemos adultos, de niños no somos tan
diferentes, ellos aún conservan esa alegría de saberse libres de tantos
prejuicios nuestros, no hay tantos problemas de razas como en nuestro país.
De tu mano, regrese al hotel. Fui feliz. Sonreí
en el cine. Quiero regresar a ver películas como Güilas (y de tu mano).
Tus líneas me transportan, hicieron que sueñe con el día que pueda ir y sentir esa felicidad que transmiten y poder escuchar el "con mucho gusto" que contas... A la espera de que pronto nos volvas a deleitar con otro post.
ReplyDeletegracias Gabriela!
ReplyDeleteQué bello el punto de vista de un hermano centroamericano de paso por Costa Rica, anotando los detalle que se dan por un hecho en la cotidaneidad local, que no da tiempo libre para escaparse al cine una tarde de lluvia. Y que una vez en el cine, se adentra en su infancia, a través de los güilas ticos, que en nada se diferencia de la suya. Qué lindo sentir tu alegría, que quiere coronar una sonrisa como el travieso niño interno se identifica con güilas que fueron tu mismo, y que quizás no sean tan diferentes del adulto y los adultos que gozaron la película Güilas
ReplyDeleteGracias Ilse, por tus lineas tan reflexivas, Y si, de tanto en tanto el día a día nos absorbe y no nos deja ver lo que tenemos entre las manos. Un abrazo centroamericano.
DeleteMuy bien, muchas felicidades!!
ReplyDeletegracias!
Delete